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Animus Ludicus

Es que era una ranita...

Juan González caminaba cabizbajo, pues lo habían echado de su trabajo, y ni en éste ni en otros anteriores había llegado a durar mucho tiempo.

Su mujer (con quien se había casado luego de una noche de borrachera) lo había abandonado pocos meses después de la boda, llevándose incluso sus pocas pertenencias personales y hasta sus recuerdos de familia.

Su único hijo, producto de aquella unión, lo odiaba y no quería saber nada de él. Con sus amigos ya no se relacionaba, eso considerando que  alguna vez Juan González los haya tenido.
Se podría decir que se encontraba deprimido y desesperado y en  consecuencia decidido a quitarse la vida, lanzándose al río.

Tomó carrera y, en el momento en que estaba por saltar, escuchó una  vocecilla:

- ¡¡¡Noooooo, no lo hagas!!!

Sobresaltado, paró. Luego, pensó que habría sido una ilusión y volvió  a tomar carrera; cuando fue a saltar escuchó nuevamente la vocecilla que le dijo:

- ¡¡¡Nooo, nooo, por favor, no lo hagas; si saltas me aplastarás...!!!

Se asomó y lo único que vio fue una enorme rana, a la que no le dio  -al principio- mucha importancia, hasta que se dio cuenta que era ella  quien le estaba hablando.

El hombre le dijo:

- Me importa poco si te aplasto... y tampoco me importa que seas una    rana que habla... yo me voy a suicidar.

A lo que la rana respondió:

- Bueno, pues si de todas formas te vas a suicidar, antes podrías    hacerme un favor. Resulta que no soy una rana, sino un ser humano    que sufre un encantamiento. Para romper el encantamiento, lo único    efectivo es que hagas el amor conmigo.

- ¿*Sexo* con una rana? ¡Qué asco! -pensó el hombre en voz alta.

- ¿Qué más te da?, si de cualquier forma te vas a suicidar, así haces   una buena obra... -contestó el animalito.

- Y cuando te conviertas en persona tratarás de impedir que me suicide ?
  -consultó Juan decidido a llevar adelante su trágica acción-

- Nooo !!!, podrás hacer lo que quieras !!... en el mismo instante en   que yo me convierta en un ser humano de nuevo, mi mente estará en    blanco y no podré recordar nada de cuando era una rana... no podré    acordarme de nada... ni siquiera sabré quién eres.

Así fue que Juan González, a quien ya no le importaba nada y para quien la vida no tenía más sentido, luego de asegurarse que nadie se interpondría con su trágico destino, tomó a la rana, se escondió con  ella en un baño público y comenzó a practicarle sexo.

Estaba este hombre en eso cuando el hechizo se rompió y la rana se  transformó en una bellísima jovencita de quince años de increíbles formas y turgentes carnes que chillaba y aullaba como una loca...

... obviamente y tal como había dicho, no recordaba nada de nada y ...    sin duda es por eso que ahora lo acusa de violación.

Y ésta, Sr. Juez, es la versión de mi defendido...

Enviado por: Alberto Soto a [derecho-informatico-busfriends]

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